martes, 31 de agosto de 2010

La Torre. Cap.1


Antes de nada, me gustaría que supieseis que este blog lo formamos tres intrépidas chicas que, en un principio íbamos a vivir juntas, pero dadas las circunstancias que explicaré más abajo, durante este primer mes y medio más o menos me toca estar sola, así que iré escribiendo, además de nuestras experiencias en pandilla, mis días en solitario. Espero no aburrir demasiado a la audiencia con pensamientos y divagaciones pero cuando no estás en compañía, o al menos a mí me ocurre, el tiempo parece ralentizarse, y hay muchas ocasiones en las que no hay más que hacer que darle vueltas al coco, y ya que no puedo comentar las ideas con nadie en persona, qué mejor forma de hacerlo que a través de este blog.
Bienvenid@s a La Torre.
Tras varios días de turismo en Holanda, de los cuales ya habréis escuchado hablar, llegamos a Arnhem. Dos trenes y un autobús en los que no hacíamos más que pensar en cómo serían nuestras habitaciones, la gente de la residencia, qué haríamos o cómo organizaríamos tareas. Es bastante bonita la idea de irte a vivir al extranjero: nuevos lugares, nuevas costumbres, nuevas gentes y nuevas ideas. Parece perfecto, pero por suerte o por desgracia, y siento ser tan rotunda, las cosas NUNCA salen como las esperas, así que mejor no hacer demasiados planes.
Seguro que todo aquél que esté leyendo ha pensado, dicho o gritado alguna vez “Todo me pasa a mí”, pues bien, siento comunicaros que ese título lo tengo yo “de medallita”, como diría una buena amiga. Para empezar, mis tarjetas de crédito no funcionan en Holanda –aquí son todos muy simpáticos, pero seguro que siguen teniendo rencor por aquello de que perdieron un mundial…-. Ni tiendas, ni estaciones de tren… Nada. Bueno, nada excepto la agencia que organiza todo lo de las residencias de estudiantes, por supuesto, donde con la mejor de sus sonrisas te pegan la mayor clavada –ahí, a la yugular-. El tiempo no nos ha acompañado gratamente en nuestros viajecillos a Amsterdam y Rotterdam, y la uña del dedo gordo de mi pie izquierdo ha tomado la decisión de hacerse independiente de mi cuerpo y volar del nido… Nuestro único lazo de unión es una cutícula y una tira de esparadrapo que por otra parte es bastante antiestética.
Tras varias horas de viaje más otra de espera de los autobuses de la residencia, y los dedos corazón e índice de ambas manos atrofiados de cruzarlos tan fuerte, finalmente llegamos a nuestro destino final, nuestro nuevo hogar –bueno, el de algunos…-: Honigkamp. Motivadísimas y con ganas de descubrir qué nos espera al subir las escaleras de tan enigmático lugar, llega mi turno para sentarme frente al conserje y realizar la entrega de llaves.
-Hi, I’m Inma.
-Hello! Let’s see… Room number 215… -el hombre comienza a buscar las llaves de mi habitación con un gesto de desesperación en los ojos, pero siempre con una cordial sonrisa de oreja a oreja. Tras varios minutos de incesante búsqueda, coge su teléfono móvil y comienza una conversación en holandés con alguien de Vivare (la susodicha agencia). Tras varios minutos de conversación, me invita amablemente a salir de la oficina y a esperar a que lo vuelvan a llamar. No sabe por qué no están mis llaves.
A todo esto, ya muchos conocéis el comportamiento “express” de mi vejiga… Llevaba horas queriendo ir al servicio. En ese momento realmente no pensaba otra cosa que “si no meo, reviento”. Marichechu es la siguiente en pasar, le dan su llave y la acompaño como buena amiga que soy a su habitación… y a su baño. Uf, por los pelos. Es curioso cómo la propia naturaleza manifiesta sus mecanismos de autodefensa a través de nuestro cuerpo. Para evitar preocupaciones y desajustes en mi estado anímico, las ganas de hacer pis se convierten en el único pensamiento capaz de habitar mi cabeza en ese momento.
Vuelvo a bajar cuando ya no quedan estudiantes esperando a ser acomodados, y me dice el conserje que me siente. Me mira sonriente, coge su teléfono, marca, vuelve a hablar en holandés y me pasa con una chica que está al otro lado del aparato.
-Hello?
- Hello? Miss Ortega? Hi, my name is (Blah blah). –Sigo escribiendo en español- Lo siento muchísimo, pero ha habido un malentendido con la universidad, y la habitación que habíamos reservado para ti está ya ocupada por un chico que se queda hasta final de Septiembre.
- … (Los puntos suspensivos son mi cara… Ni reír ni llorar. Yo ahí estoica, serena, como si en lugar de “no tienes donde dormir” me dijeran “No nos quedan pajitas para su Coca-Cola”)
- Pero no te preocupes, tenemos una habitación para ti, mucho más grande y más nueva, con cocina y baño propio. Está en “La Torre”.
(Para todos los que no sepáis de qué va esto, os explico brevemente. Vivare, la agencia con la que nos hospedamos, tiene diferentes edificios habilitados como residencia estudiantil. Para conseguir una habitación con ellos hay que mandar una solicitud, en la cual te dan la oportunidad de elegir uno como preferente, aunque no te aseguran una habitación allí. Nosotras tres, en un principio pedimos “La Torre”, que a pesar de ser la más cara, era la que mejores prestaciones ofrecía, o eso parecía. Al final nos asignaron a las tres Honigkamp.)
-Si quieres, puedes quedarte allí hasta que este chico deje la habitación en Honigkamp, y si te gusta, te quedas todo el semestre, ya abonando la diferencia de precio (La pela es la pela…)
- Hmm… Huh… OK.- Tras varios atisbos de reivindicación fallida por mi parte, y la posibilidad de quedarme en Honigkamp en una habitación enana y desastrosa, acepto con las orejas agachadas ir a La Torre. Me toca estar sola.-
Un rato después el sonriente bedel – llegué a pensar que se había hecho un estiramiento facial en un cirujano plástico barato, o que en sus años mozos fue modelo de Profident- me lleva simpáticamente al nuevo edificio, donde me espera Hans, el conserje verdadero, para darme mi llave y mostrarme la nueva habitación. En el camino –no os alarméis, no fue tan largo- estuvo hablándome de las maravillas de estas habitaciones, y de lo cómoda que estaría allí. Llamadme ilusa, pero después de tanto jaleo, ya hasta me apetecía llegar allí a disfrutar de la que en un principio había sido mi elección de vivienda. Pues bien, no es oro todo lo que reluce, o como diría Marichechu “No todo lo que sea rojo tiene que ser un puticlub”: mi habitación, en un 8º piso, es un cuadrado, en el cual hay un armario sin empotrar, una cama, una mesa, dos sillas, una lamparita y una cocinita. La luz entra a través de un ventanuco de unos 50 cm de ancho y 60 de alto, y por una ventana más grande a través de la cual puedo ver y oír pasar los trenes de la estación de Arnhem… lo que no puedo es ventilar bien la habitación, porque, por seguridad, no permiten abrir las ventanas más que por arriba un poquito. Nunca comprenderé eso de “por seguridad”… ¿Qué clase de gente habrá por estos lares?  Y sí, tengo baño propio, pero es la puerta de enfrente de mi dormitorio, con lo cual, para evitar hacerme pipí encima en esos arrebatos express de los que ya os he hablado, tengo que coger la llave, salir de la habitación (lo que implica vestirse si te pilla en paños menores, tampoco es plan de ir medio en cueros por el edificio, que hay cámaras), abrir el baño, y al terminar, repetirlo todo a la inversa. Un rollo… (por no decir coñazo, vaya a ser que alguien se ofenda). Además, els baño está también hecho a lo modernito, “estilo compare” como lo llamaría Lu -;)-: conforme entras, todo a la izquierda y en este orden te encuentras el lavabo, con un espejo que creo que colocó un primo de Pau Gasol, en el cual con mi metro cincuentaypico llego a verme las cejas, el retrete (váter, letrina o watercló) y la ducha. Pero como ya he dicho, todo seguido, la ducha no tiene cortinilla ni plato, es todo suelo, por lo que cuando me ducho, la ropa que deje encima del váter acaba bastante mojadilla, y el agua llega hasta el lavabo.
Sin embargo, eso no es lo peor, al fin y al cabo es un baño propio. Lo peor estaba por llegar cuando antes de irse, Hans me transmitió la peor noticia que podía darme en el estado de abandono cual perrillo “valdío” en que me encontraba en ese momento: No tengo internet.  No señores, en esta época en que la red mueve nuestras vidas, y en que la comunicación con toda forma de vida conocida está facilitada por Google, La Torre, el edificio por el que suplicábamos, no tiene conexión a internet (olvidé decir antes, que de 172 habitaciones, hay unas 30 ocupadas, y parece ser que sus inquilinos tienen valiosos secretos que esconder porque no se les ve ni cantar… Creo que en 3 días me he cruzado con 3, dos de ellas hoy).

Pero en fin, si algo he aprendido en mis pocos años de experiencia, es que todo reto merece al menos que intentemos sobrepasarlo. Y no habrá torre lo suficientemente alta como para impedírmelo.
Bueno, aquí llega el fin de mi primer relato. Como dije antes espero no haber aburrido demasiado al personal… aunque siendo francos, si alguien ha llegado hasta este punto, será porque algo le habrá interesado...
Y como a mí los cuentos de princesas nunca me han hecho especial gracia, y tampoco soy lo suficientemente rubia como para considerarme una Rapunzel (pobre príncipe el que subiera hasta aquí para encontrarse la ventana cerrada “por seguridad”), me voy de fiesta, que es sábado.
Hasta la próxima!
Paz y buen rollito.


2 comentarios:

  1. Mi muy querida sor Cornellà:
    En primer lugar me requetealegra y tranquiliza saber de tu vida!! Aunque has empezado preocupándome en tu escrito, estoy 300% segura de que has logrado (o estás en ello) superar el obstáculo que se te presentó al llegar a Arnhem. Es obvio que todo no puede ser color de rosa y que no has tenido la mayor suerte del mundo en esta ocasión (nada de "todo me pasa a mí" jajaj tontona! aunque eso lo decimos todos, y yo la primera, lo sabes :P) pero seguramente tan sólo con mirar por el ventanuco las nubes se alejan.
    Espero que no te esté costando mucho hacerte a la vida allí, eres una tía curtida en temas de adaptación :) y que los momentos felices superen con creces a los momentos de soledad en tu zulito. Me comentaste que la semana que viene tienes internet, así que imagino que todo va a mejor ^^ ¿Has encontrado otra habitación o has conseguido remover Roma con Santiago pa que te lo pongan en tu cuarto (capaz eres, desde luego jajaj)?
    Bueno, chiquita, espero máss noticias tuyas, seguiré atenta al blog como prometí e intentaré ahorrar (aunque el dinero se desvanece que da gusto... ¬¬) para ir cuanto antes a verte, ¿va?
    Y poco más, disssfruta muchísimoo y disfruta de estos días venideros con compañía ;) sé que lo haráss.
    Un besito cálido, en todos los sentidos, desde Córdobaa :) love you

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  2. jajajajajaj Inmita guapa, no me he podido reir más con tu historia, sé que puedo parecer una insensible por todo lo que te ha pasado, pero esq hija mia, q mala suerte, y encima como lo cuentas...!!! ainssss que penita me ha dado leerlo, aunque sinceramente mas o menos = de pena me voy a dar yo a mi misma a partir del lunes, que me marcho ya a tierras francesas, y que creo q lo q me espera viene siendo más parecido a lo tuyo que a los de las otras dos holandesas :D porque voy a estar mas sola que la una! pero en fin, espero ser = de valiente que tu y afrontarlo como un reto!

    espero que se pase rapido esta temporadita a lo robinson crusoe (siempre puedes adoptar un coco como animal de compañia :P) y que a pesar de todo disfrutes a tope!!

    un besote enorme!

    Amanda

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